La diabetes es la principal causa de ceguera antes de los 60 años y la tercera causa en mayores de 60 años (sólo después de enfermedades propias de la edad como cataratas y degeneración macular asociada a la edad).
El riesgo de ceguera en pacientes diabéticos es aproximadamente 25 veces mayor que en el resto de la población. Se calcula que en el lapso de 20 años de padecer diabetes, la totalidad de los diabéticos tipo 1 y el 60% de los diabéticos tipo 2 presentan algún grado de retinopatía diabética (enfermedad en la retina que se presenta como complicación de la diabetes).
La retinopatía diabética tiene varias fases. Las primeras fases pueden pasar desapercibidas para el paciente, sin embargo pueden ser detectadas por el oftalmólogo mediante un examen de fondo de ojo con dilatación de la pupila. La detección en estas fases es primordial ya que es el momento preciso de actuar ya sea con mejor control de la glucosa o con tratamiento especializado con láser o medicamentos intraoculares. Las fases tardías de la diabetes son catastróficas para la retina y causan en la mayoría de los casos ceguera secundaria a hemorragias retinianas y vítreas, edema macular y desprendimientos de retina que aunque se pueden y se deben tratar, causan ya un daño irreversible en la visión.
Se recomienda a todos los pacientes con diabetes tener una visita al oftalmólogo al menos una vez al año desde el diagnóstico de diabetes. En quienes ya tienen retinopatía diabética, estas visitas deben ser más frecuentes. Recuerda, la retinopatía diabética es un mal silencioso hasta las etapas tardías, cuando desgraciadamente el mayor daño ya está hecho.
El éxito en el tratamiento de la retinopatía diabética depende directamente del buen control de la glucosa (resultado de la interacción entre dieta, ejercicio, hipoglucemiantes orales o aplicación de insulina) y de la revisión periódica con tu médico especialista en Oftalmología.
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